06 enero 2010

Cazorla crece en belleza natural y baja en número de turistas

Estas dos semanas de temporal, que han helado primero y mojado después toda la península, están dejando en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas un esplendoroso regalo para los sentidos de los pocos visitantes que pasan aquí la Navidad. Los ríos bajan desde los picos más altos dejándose caer con su crepitante y generoso caudal hasta el remanso de los pantanos. A su paso, las miles de torrenteras y ramblas que surcan cada rincón de la sierra actúan como las venas que distribuyen el torrente sanguíneo por el organismo de un animal. Todo revive: bosques, animales y personas renacen cada año con esta explosión de vida.
Según datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, con las últimas precipitaciones en forma de nieve y agua, el pantano del Tranco de Beas registra hoy once hectómetros cúbicos más de agua que el año pasado en la misma fecha, lo que supone tres puntos más hasta llegar al 35 % de la capacidad total.
Pero casi todo el disfrute se queda aquí, mucho hay que contar y pocos que puedan hacerlo al menos de puertas para afuera. Para ello los turistas debieran contarse en esta época por cientos y miles, y no por decenas. José Ayala, presidente de la Asociación de Empresarios de Alojamiento de la Provincia de Jaén y su representante en el Parque Natural, afirma «no tener aún datos concretos de la ocupación hotelera en estas Navidades, pero parece que va a ser más baja que otros años». Un dato revelador es que, según Ayala, «han cerrado en estas fiestas -excepto para Nochevieja y Año Nuevo- un 10 % más de establecimientos que el año pasado».

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